Isaías 58:1
“Clama a voz en cuello, no
te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y a
la casa de Jacob su pecado.”
¡Clama a voz en cuello! Eso no es un mensaje que se dice en
algún lugar escondido. Este es un mensaje que ¡debe decirse fuerte! ¡Es un
mensaje que se debe escuchar como una TROMPETA! Porque yo creo que, como el
pueblo de Israel, así también muchos de nosotros tienen los mismos problemas que
ellos tenían, los cuales se describen en los primeros 3 versos del capítulo:
Isaías 58:1-3
“Clama a voz en cuello,
no te detengas; alza tu voz como trompeta, y anuncia a mi pueblo su rebelión, y
a la casa de Jacob su pecado. Que me buscan cada día, y quieren
saber mis caminos, como gente que hubiese hecho justicia, y que no
hubiese dejado la ley de su Dios; me piden justos juicios, y
quieren acercarse a Dios. ¿Por qué, dicen, ayunamos, y no hiciste caso;
humillamos nuestras almas, y no te diste por entendido?”
¡Israel estaba buscando a Dios! Israel buscaba cada día los
caminos del Señor. Tú sabes, esos pueblos querían estar cerca de Dios. Querían
conocer a Dios más y más. Ayunaron, “humillaron sus almas” y aun así… parecía
que Dios estaba sordo. Parecía que estaba ciego, congelado sin poner atención a
lo que ellos hacían y a su supuesto gran interés. Si así lo fueran hoy,
asistirían a la iglesia, tomarían seminarios, harían actividades del
“ministerio”. Y aún así, Dios no escucharía ni vería. ¿Acaso no hemos visto lo
mismo probablemente hoy en nuestras vidas? Parece que no encontramos a Dios.
Tratamos de acercarnos a Él… a través del ayuno, buscando más conocimiento,
estudio etc… “buscamos los caminos del Señor”. Así, conociendo los caminos de
Dios, no significa que conozcamos a Dios, ¡ni significa que caminamos en esos
caminos! Ayunando o deleitándonos en acercarnos a Dios no significa que nuestros
corazones son necesariamente tocados. Y es ahí donde el cambio debe suceder. Es
ahí donde debe de entrar el arrepentimiento. Es ahí donde debe ocurrir la
transformación. La renovación de la mente (Romanos 12:2), ¡¡significa la
renovación del corazón. Como el Señor nos dice en 1 Samuel 16:7 !!
1 Samuel 16:7
“pues el hombre mira lo
que está delante de sus ojos, pero Jehová mira el corazón.”
Lo que el Señor mira es el corazón para acercarnos a Dios; no se
tiene que seguir un ritual: levantarte a cierta hora, hacer esto o aquello, ir a
la iglesia cada domingo, hacer este o tal ministerio. Eso no nos va a acercar a
Dios, cuando no hay cambio en el corazón. Si vamos a la
iglesia, hacemos esto o aquello y tenemos muchas actividades, y aún así en nuestras vidas personales, en nuestros corazones,
vivimos otra cosa, entonces cualquier cosa que hagamos no va a ayudar.
Puede que clamemos muy bien como los Israelitas “¿porqué no ves?” y la razón por
la cual Él está en el corazón. A continuación lo que le dijo al pueblo de
Israel:
Isaías 58:3-5
“¿Por qué, dicen,
ayunamos, y no hiciste caso; humillamos nuestras almas, y no te diste por
entendido? He aquí que en el día de vuestro ayuno buscáis vuestro propio gusto,
y oprimís a todos vuestros trabajadores. He aquí que para contiendas y debates
ayunáis y para herir con el puño inicuamente; no ayunéis como hoy, para que
vuestra voz sea oída en lo alto. ¿Es tal el ayuno que yo escogí, que de día
aflija el hombre su alma, que incline su cabeza como junco, y haga cama de
cilicio y de ceniza? ¿Llamaréis esto ayuno, y día agradable a Jehová?”
Esos pueblos estaban ayunando pero ¡ese mismo día oprimían a sus
trabajadores! Ayunaban y aún así tenían contiendas y debates… y de hecho para
eso ayunaban… “por favor Señor haz esto y aquello para cambiar sus mentes y para
que vean que en esta discusión YO TENGO LA RAZÓN”. Humillaban sus almas,
inclinaban sus cabezas como junco, hacían cama de cilicio y ceniza y aún así
¡tenían el mismo corazón duro! ¿Sabes lo que les dijo el Señor? ¡ESE NO ES UN
AYUNO! El verdadero ayuno tiene que ver con el cambio del corazón. Permanecer
tantos días como tú quieras sin alimento…pero si el corazón no
cambia, el ayuno no importa. Eso no significa que el ayuno no importa en
general. Lo que significa es que un ayuno sin un corazón
cambiado no vale. Luego el Señor continúa diciéndole a su pueblo lo que
es el verdadero ayuno:
Isaías 58:6-7
“¿No es más bien el
ayuno que yo escogí, desatar las ligaduras de impiedad, soltar las cargas de
opresión, y dejar ir libres a los quebrantados, y que rompáis todo yugo? ¿No es
que partas tu pan con el hambriento, y a los pobres errantes albergues en casa;
que cuando veas al desnudo, lo cubras, y no te escondas de tu hermano?”
Ves, ese no es un estado de apatía. Lo que el Señor describe
aquí es ¡ACCIÓN! Sin embargo, no una acción en prácticas religiosas, sino acción
en justicia, en hacer Su voluntad. Esta no es la imagen de alguien que ha hecho
fundamentos con el mundo y vive bien consigo mismo y no le importa nada de los
demás. Y aún así hay muchos hermanos que asisten a la iglesia que hacen esto.
Hacen sus tareas religiosas o ministerios y luego piensan que están justificados
para vivir de la manera que quieran. Hay muchos que viven dobles vidas… una vida
con los de afuera (iglesia, trabajo, etc.) y otra vida en su casa. Sin embargo,
puedes vivir la vida que tú quieras pero al hacerlo no estás justificado ni
tampoco te va a beneficiar.
Hay muchos que dicen “yo diezmo, hago las obras de mi ministerio
y no sé porqué Dios tiene un problema conmigo”. La razón es que a pesar del
cumplimiento de las tareas el corazón no ha cambiado. Se necesita un corazón
cambiado, un corazón humilde, el compartir tu pan con el pobre, y llevarlo a tu
casa. Se necesita un corazón cambiado para no hacer lo más fácil del mundo: ser
indiferente. Se necesita un corazón cambiado para soltar las ligaduras de la
maldad y deshacer las pesadas cargas. Se necesita un corazón cambiado para que
nuestras voces sean escuchadas arriba. Se necesita un corazón cambiado para
nuestras prácticas religiosas. Se necesita un corazón cambiado. Y aunque nada es
posible sin la ayuda de Dios, al final nosotros somos los responsables. Somos
nosotros los que tenemos que tomar la decisión de cuál camino vamos a seguir.
Somos nosotros los que tomaremos la decisión y diremos “QUIERO CAMBIAR”.
Entonces Dios nos va a ayudar. Dios no va a mover nada en nuestra área si en
realidad nuestros corazones no lo quieren. “acércate a Dios y Él se acercará a
ti” a continuación leeremos que Dios entrará solamente hasta el punto que
nuestros corazones verdaderamente lo quieran. La palabra de Dios dice en
Santiago 4:
Santiago 4:1-10
“¿De dónde vienen las
guerras y los pleitos entre vosotros? ¿No es de vuestras pasiones, las cuales
combaten en vuestros miembros? Codiciáis, y no tenéis; matáis y ardéis de
envidia, y no podéis alcanzar; combatís y lucháis, pero no tenéis lo que
deseáis, porque no pedís. Pedís, y no recibís, porque pedís mal, para gastar en
vuestros deleites. ¡Oh almas adúlteras! ¿No sabéis que la amistad del mundo es
enemistad contra Dios? Cualquiera, pues, que quiera ser amigo del mundo, se
constituye enemigo de Dios. ¿O pensáis que la Escritura dice en vano: El
Espíritu que él ha hecho morar en nosotros nos anhela celosamente? Pero él da
mayor gracia. Por esto dice: Dios resiste a los soberbios, y da gracia a los
humildes. Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad,
y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
¡Te has puesto a pensar que lo anterior no se le dijo a gente
del mundo sino a cristianos, a hermanos y hermanas en la fe (Santiago 1:2-3?!
¡Había peleas, lujuria, guerra, envidia, asesinatos, y tal vez los otros
horribles frutos de la carne descritos en Gálatas 5:19-21! No hay duda del
porqué no podían acercarse a Dios. No puedes esperar que Dios se acerque a ti si
tienes un corazón que no ha cambiado, solo porque simplemente te delitas
buscando Sus caminos o incluso buscas acercártele. No es suficiente el querer
acercarse a Él, alegrarse con el solo pensarlo. ¡Las buenas intenciones no son
suficientes! ¡TIENES QUE HACERLO! ¡TIENES QUE CAMBIAR! ¡TIENES QUE DEJAR DE VER
LOS DIAS PASAR Y TOMAR UNA DECISION! El acercamiento a Dios
surge solo cuando el corazón cambia en esa dirección. Santiago no dice
“ve a la iglesia más seguido… empieza más actividades… ayuna un par de días y
lee 4 capítulos de la Palabra cada día”. ¡No dice eso! No porque esas cosas sean
malas o estén equivocadas. De ninguna manera. No da tales instrucciones, ¡porque esas instrucciones por sí solas no te acercan a Dios, si el
corazón no ha cambiado! En cambio, a continuación veremos lo que él, a
través del Espíritu del Señor nos dice:
Santiago 4:7-10
“Someteos, pues, a Dios; resistid al diablo, y huirá de vosotros.
Acercaos a Dios, y él se acercará a vosotros. Pecadores, limpiad las manos; y
vosotros los de doble ánimo, purificad vuestros corazones. Afligíos, y lamentad,
y llorad. Vuestra risa se convierta en lloro, y vuestro gozo en tristeza.
Humillaos delante del Señor, y él os exaltará.”
¡Sométanse a Dios! ¡Resistan al diablo! Límpiense las manos. Y
no se trata de limpieza física sino se refiere a lo que con esas manos se ha
hecho… ¡se trata de las acciones! ¡PURIFIQUEN SUS CORAZONES! No dice… “quédense
por favor así como están y el Señor los cambiará”, dice: USTEDES, purifiquen sus
corazones. NOSOTROS somos los que tenemos que hacerlo. ¿Quieres tener una
maravillosa relación con el Señor? La clave es simple: ¡cambia el corazón!
Regresando a Israel y a Isaías, después de que el Señor les
dijera qué hacer, les dice lo que sucederá si hacen los que les dijo, si cambian
sus corazones:
Isaías 58:8-14
“Entonces nacerá tu luz
como el alba, y tu salvación se dejará ver pronto; e irá tu justicia delante de
ti, y la gloria de Jehová será tu retaguardia. Entonces invocarás, y te oirá
Jehová; clamarás, y dirá él: Heme aquí. Si quitares de en medio de ti el yugo,
el dedo amenazador, y el hablar vanidad; y si dieres tu pan al hambriento, y
saciares al alma afligida, en las tinieblas nacerá tu luz, y tu oscuridad será
como el mediodía. Jehová te pastoreará siempre, y en las sequías saciará tu
alma, y dará vigor a tus huesos; y serás como huerto de riego, y como manantial
de aguas, cuyas aguas nunca faltan. Y los tuyos edificarán las ruinas antiguas;
los cimientos de generación y generación levantarás, y serás llamado reparador
de portillos, restaurador de calzadas para habitar. Si retrajeres del día de
reposo tu pie, de hacer tu voluntad en mi día santo, y lo llamares delicia,
santo, glorioso de Jehová; y lo venerares, no andando en tus propios caminos, ni
buscando tu voluntad, ni hablando tus propias palabras, entonces te deleitarás
en Jehová; y yo te haré subir sobre las alturas de la tierra, y te daré a comer
la heredad de Jacob tu padre; porque la boca de Jehová lo ha hablado.”
¿Quieres decir “Dios…” y escucharlo decir “aquí Estoy”? ¿Quieres
llamarlo y escuchar su respuesta? La forma es sencilla…. Haz lo que dice Isaías
8 y lo que Santiago de otra manera dice:
desata las ligaduras de impiedad
suelta las cargas de opresión
deja ir libres a los quebrantados
rompe todo yugo
comparte tu pan con el hambriento
alberga a los pobres errantes en tu casa
cuando veas al desnudo, cúbrelo,
no te escondas de tu hermano
uita de en medio de ti el yugo, el dedo amenazador, y el hablar
vanidad
da tu pan al hambriento
sacia al alma afligida
Si la relación con Dios no está viva, si la relación con Dios es
pobre, si la relación con Dios ya no es lo que antes era, hay un solo remedio:
EL CORAZÓN DEBE CAMBIAR. Y esa es una tarea para TI. TÚ tienes que tomar la
decisión de hacerlo. Dios lo desea más que a nada. Pero tú tienes que tomar la
decisión de cambiar. Dios no puede entrar en algo que tú mismo no has decidido
primero. Dios te va a ayudar, pero primero necesitas tomar la decisión de
hacerlo verdaderamente. Dios quiere que todo hombre sea salvo y venga al
conocimiento de la verdad, pero es el hombre mismo el que toma la decisión. Dios
parecerá sordo, lejano y ciego a tus llamados cuando no vengan acompañados de un
corazón cambiado. Purifica el corazón, cámbialo, toma la decisión de cambiar y
apégate a ella, y le llamarás y Él estará ahí como antes e incluso más cerca de
lo que le has visto. ¡Tan cerca como nunca soñaste! Esa no es una suposición. Es
una seguridad y el último verso de este capítulo lo afirma, porque “LA BOCA DEL
SEÑOR HA HABLADO”. ¡Esta es Su promesa para ti, eso es lo que dice Su boca y eso
es lo que sucederá! Puede suceder lo contrario: puedes llevar a cabo todas las
actividades religiosas que quieras, ayunar cada día, leer y memorizarte la
Biblia, ir a muchos seminarios etc. PERO NADA SUCEDERÁ SI NO CAMBIAS EL CORAZON,
porque al Señor no le importa el exterior, lo que los ojos ven, sino el
interior, ¡EL CORAZÓN! Quiere que lo amemos CON TODO EL CORAZON (Mateo 22:37)
Deja que los días que vienen sean días de transformación para todos nosotros.